sábado, 28 de mayo de 2016

Ensayo sobre un fotoperiodista: Cristina García Rodero

INTRODUCCIÓN

Retrato de Cristina García Rodero
Cristina García Rodero es un icono de la fotografía de nuestro país. Reconocida a nivel mundial por ser la primera española en formar parte de la agencia Magnum de fotoperiodismo, esta manchega ha dedicado su carrera a viajar para documentar las tradiciones y costumbres más recónditas de todos los puntos de España, así como de algunos lugares exóticos del mundo.

Cuenta con una trayectoria profesional de más de cuatro décadas, muy ligada al mundo del arte debido a su formación académica. Su pasión por los rituales humanos le ha llevado a desarrollar un estilo propio caracterizado por la belleza y la perfección con las que trabaja. Su método es lento y puntilloso, tal como reconoce ella misma, lo cual la define más como fotodocumentalista que como fotoperiodista. 

El blanco y negro, la búsqueda de individualidad dentro de las multitudes y la capacidad de transmitir sentimientos, son los rasgos que definen las instantáneas de sus múltiples reportajes, género en el que destaca y que le ha supuesto el reconocimiento a nivel nacional e internacional. Así lo demuestran las numerosas exposiciones permanentes de su obra que se encuentran repartidas por prestigiosos museos de todo el mundo y los innumerables premios que ha recibido a lo largo de su trayectoria.

A nivel personal, considero a Cristina García Rodero una de las mejores fotógrafas actuales del panorama nacional. Sus imágenes logran transportar al espectador a los rincones que fotografía, haciéndole partícipe del acontecimiento. Me llama especialmente la atención el uso que lleva a cabo del blanco y negro y su capacidad para elegir siempre el ángulo indicado, el que nos muestra la parte más importante pero no la más evidente en muchas ocasiones. Capta aquello que de otra forma quizás pasaría desapercibido con una técnica envidiable.

Su carácter reservado y profesional, se torna aún más tímido en las entrevistas y conferencias que imparte, lo que demuestra una humildad digna de admirar teniendo en cuenta sus logros y trayectoria en el mundo de la fotografía. 


CRISTINA GARCÍA RODERO

El nombre de Cristina García Rodero es uno de los más grandes de la fotografía española. Con más de cuatro décadas de trabajo a sus espaldas, ha conseguido hacerse un hueco en una profesión que ama y a la cual se ha dedicado por completo. 

Nacida el 14 de octubre de 1949 en Puertollano, Ciudad Real, se trasladó a Madrid en 1968, donde reside desde entonces. Compró su primera cámara en Ceuta a los 17 años, y solo un año más tarde comenzó sus estudios de Bellas Artes en la Universidad Complutense. Su vocación siempre fue la fotografía, pero España no disponía de escuelas que pudieran saciar sus ansias de conocimiento ni desarrollar su creatividad. Por este motivo se matriculó en Bellas Artes, estudios que contenían la asignatura de Fotografía en su programa lectivo. “Empecé a interesarme por la fotografía a los 11 años, pero para jugar. A los 16 empezaba a ser una necesidad. A los 20, que es cuando entré por primera vez en un laboratorio, ya digo que soy fotógrafa”, narra García Rodero.

Tras licenciarse en pintura en 1972, se inició en el mundo de la docencia dando clases de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, y ya en 1983, comenzaría a impartir Fotografía en la misma facultad en la que años antes había sido estudiante. Hasta 2007 compatibilizó su actividad como profesora con la creación fotográfica y la colaboración en diversas publicaciones periódicas nacionales y extranjeras lo cual le ha llevado a viajar por todo el mundo en busca de los rituales más remotos y sorprendentes del ser humano. Hoy en día continúa vinculada a la Universidad Complutense, donde dirige cursos de verano sobre Fotografía Documental. Además, su espíritu creador se mantiene indomable, dispuesta a seguir descubriendo rincones y personas que fotografiar a sus 66 años.

En el año 2009 Cristina García Rodero se convirtió en la primera española en ingresar en la célebre agencia fotoperiodística Magnum. Toda su obra fotográfica está ligada al reportaje, un género que precisa dedicación y tiempo para exprimirlo al máximo, y en esto es toda una experta.


TRAYECTORIA

Los primeros trabajos de Cristina García Rodero aparecen ya en los años sesenta como parte de los concursos universitarios en los que participaba. Rápidamente comenzó a interesarse por las fiestas populares de toda España, lo que marcará el desarrollo del resto de su carrera profesional. 

Apenas unos meses después de licenciarse en Bellas Artes, recibió una beca de la Fundación Juan March con la que pretendía dar una visión general de nuestro país, un trabajo al que dedicó quince años de su vida. Fue en 1973 cuando se inició en esta tarea de captar con su objetivo los ritos, tradiciones, costumbres y fiestas de toda la geografía nacional, aunque más tarde pasaría a moverse también por el extranjero. “Al terminar la carrera, sabía que iba a tener que vivir de la enseñanza y yo lo que quería era vivir años de aventura, conocerme a mí misma y también a mi país. Y la beca fue la forma independiente de encontrar algo que me hacía ser aventurera y ser creadora, ponerme a prueba a mí misma, sobre todo me dio la oportunidad, los medios”, relata en una entrevista para el periódico El País.

El fruto de todo ese trabajo aparece publicado por primera vez en España Oculta, su primera gran obra. Más tarde presentaría a nivel nacional España, fiestas y ritos; y en el ámbito internacional Europa al sur, Rituales en Haití, María Lionza: la diosa de los ojos de agua, Transtempo, Combatiendo la nada, Los siete pecados capitales y Con la boca abierta, su último trabajo hasta el momento. De esta forma, ha viajado por Grecia, Portugal, Italia, Georgia, Kosovo, Rumanía, Venezuela, México, Estados Unidos y Haití, siempre con la espiritualidad y los ritos como telón de fondo que todo lo envuelve.

García Rodero respeta y admira su profesión, “mi cámara es mi ojo”, asegura. Se autodefine como “perfeccionista, puntillosa, intuitiva, muy seria con el trabajo, torpe y algo lenta”, y opina que no sirve como fotógrafa de actualidad por ser “lenta y cabezota”. “Me cuesta llegar a los sitios, aún más dejarlos”, comentaba en una entrevista radiofónica en la que aseguraba que le da pavor hablar en público y escribir. Sin embargo, no duda cuando dice que durante sus años de viajes por España se convirtió en reportera.

Ha dedicado toda su vida a la fotografía y todo apunta a que seguirá haciéndolo. Considera que es un trabajo a tiempo completo, que conlleva una gran dedicación debido, entre otros motivos, a los continuos viajes que se realizan. A su juicio, se trata de una profesión difícil de compaginar con la vida privada, “por eso muchos reporteros están divorciados”, bromea. Sin embargo, pierde la sonrisa cuando habla del papel de la mujer en la Fotografía, un mundo que considera machista por la predominancia de los hombres frente a las mujeres. “La sociedad va avanzando y cada vez es menos machista, pero la fotografía no”, decía con dureza.

De la misma forma, García Rodero mantiene una postura crítica acerca de la situación actual de la fotografía, cuyo mercado se ha devaluado debido a la conquista de las nuevas tecnologías y la generalización de su uso. “La gente piensa que es muy fácil hacer una fotografía; el hecho de que cualquiera con una cámara o un móvil pueda hacer una foto va muy en contra de la profesión”, opina. Sin embargo, sabe reconocer las ventajas de la era digital, destacando especialmente dos: la capacidad de almacenamiento de las tarjetas de memoria frente a los carretes tradicionales y el sencillo paso del color al blanco y negro.

Precisamente el empleo del blanco y negro se ha convertido en una constante a lo largo de su carrera, en una seña de identidad. La fotógrafa se siente más cómoda en este registro debido a la libertad técnica que le permite. “Lo bueno que tiene este color bidimensional es que te separa tanto de la realidad que te lleva a otra dimensión, crea un misterio. El color ya tiene una importancia en la fotografía, a veces una foto la puede salvar el color, el blanco y negro, sin embargo, no tiene nada a lo que poderse agarrar, o es buena la foto o no lo es”.

Sus reportajes son un culto a la individualidad dentro de la multitud, como demuestra la abundancia de retratos y medios planos en su trabajo. Por el contrario, desecha los planos generales por considerarlos meramente descriptivos, sin capacidad para transmitir sensaciones ni emocionar. El suyo es un arte que no quiere llamar la atención sobre sí mismo sino sobre los seres humanos y los lugares de los que se alimenta. Hay que fijarse un poco más para reparar en el cuidado de una composición que finge ser una escena captada arbitrariamente.

REPERCUSIÓN DE SU OBRA

Actualmente las creaciones de Cristina García Rodero están distribuidas en diferentes colecciones de museos de todo el mundo. En España destaca la muestra permanente expuesta en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, aunque también se encuentra en el Instituto Valenciano de Arte Moderno, en el Museo de las Peregrinaciones de Santiago de Compostela, en el MUSAC de León o en la Fundación Banesto de Madrid entre otros muchos centros artísticos.

Fuera de nuestras fronteras llama la atención su amplia presencia en Estados Unidos, donde se muestra su obra en centros de referencia a lo largo de todo el país como el Museum of Fine Arts de Houston, el Seattle Art Museum de Washington, el Getty Center for de History of Arts and the Humanities de Santa Mónica, California, o el International Center of Photography de Nueva York. 

De la misma forma, su influencia se extiende a otros países como Suiza, donde expone en la Maison Européene de la Photographie de Lausana; Venezuela, en el Museo de Bellas Artes de Caracas; Portugal, en el Centro Português de Fotografía de Oporto; o Francia, en el Collection de l’Imaginerie. 

Su trabajo es extenso y delicado, lo que le ha llevado a realizar numerosas exposiciones, tanto de forma individual como colectiva, en museos de todo el mundo. Su primera exposición individual tuvo lugar en México bajo el título Fiestas tradicionales de España, que sorprendió al público latinoamericano por la peculiaridad de sus fotografías.

Su opera prima, España oculta, ha recorrido múltiples espacios, como el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, el Museo de Bellas Artes de Caracas, la Photographers’ Gallery de Londres, el Zentrum fur Audiovisuelle Medien en Sttutgart y un largo etcétera. Con esta exposición sobre las costumbres españolas más insólitas, Cristina García Rodero consiguió hacerse un hueco en la fotografía internacional. 

En las exposiciones colectivas en las que ha participado se ha erigido como representante de nuestro país, situando la fotografía española en lo más alto. Su primera muestra colaborativa se presentaba bajo el título de Contemporary Spanish Photography, realizada en Albuquerque en 1985. Poco a poco se irían sucediendo Photographen Aus Spanien en Essen; After Franco en la Marcuse Pfeiffer Gallery de Nueva York; Cuatro Direcciones de la Fotografía Contemporánea Española en Madrid; Chefs d’Oeuvre de la Photographie, les Années 70 en Lausana; Géneros y tendencias en los albores del siglo XXI en Madrid; De la Rebelión a la Utopía (Fotografía de los años 60-70) en Barcelona; Artistas Españolas en Europa en Finlandia, París y Nueva York; Femmes Photographers en París, y otras muchas a nivel mundial.

LA AGENCIA MAGNUM

Uno de los grandes triunfos de su carrera fue el ingreso en la Agencia Magnum de Fotoperiodismo en el año 2009, después de un proceso de selección que se alargó hasta los cuatro años de duración. Se trata de un doble reconocimiento puesto que son muy pocos los españoles y las mujeres que forman parte de este selecto grupo. Hasta su llegada, no había ningún español y tan solo seis mujeres formaban parte de la agencia que en 1947 fundaran Henri Cartier-Bresson, Robert Capa y David Seymour. “No sé por qué no hay más mujeres en Magnum; tampoco sé por qué no hay más fotógrafos españoles en general” declaraba durante una entrevista. La fotógrafa considera importante su ingreso en la cooperativa “primero por ser mujer, segundo por la edad que tengo, y tercero por entender mi fotografía, que es fotografía de lo cotidiano”.

Una de las razones fundamentales para hacer efectivo su ingreso en Magnum fue el hecho de poder compartir la experiencia con “sabios de la fotografía”, así como la certeza de saber que sus imágenes serán conservadas y valoradas cuando ella muera. “Qué va a pasar con mis archivos cuando yo muera, yo quiero que vivan aunque yo ya no esté, y ellos lo saben conservar muy bien, al igual que el valorar mi trabajo y que no abusen de mí. Es una agencia que te respeta”, explicaba Cristina García Rodero.

Sus expectativas se mantienen altas en cuanto a su legado, pues su objetivo es transmitir pasión y amor con cada una de sus fotografías. Espera que cuando alguien vea sus instantáneas encuentre poesía y lo real devenga en surreal.

Pertenecer a Magnum ha dado pie a que muchos teóricos comparen su obra con la de Robert Capa, Sebastiao Salgado o, especialmente, con la de Cartier-Bresson, ya que sus imágenes aparecen juntas en algunos libros. “A mí las comparaciones nunca me han gustado, el que ambos queramos hacer un trabajo serio con dedicación, es lo que nos define. Capa se jugó la vida y la dio. Cartier-Bresson es el referente del fotorreportaje”, sentencia la fotógrafa.

PREMIOS Y PUBLICACIONES

En su dilatada carrera ha recibido innumerables premios, entre ellos destacan el Premio Eugene Smith de Fotografía Humanista y el Premio Dr. Erich Salomón, ambos en 1990; el World Press Photo en la categoría de Arte en el año 1993; el Premio Nacional de Fotografía en 1996; el Premio Godó de Fotoperiodismo en el 2000; la Medalla de Oro al Mérito a las Bellas Artes en 2005; el Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid a la trayectoria artística en 2006; la Medalla de Oro al mérito en el trabajo por parte del Gobierno de España; o la Medalla de Oro de la Comunidad de Castilla la Mancha en este mismo año.

Gran parte de su obra queda plasmada en los libros que ha publicado acerca de sus reportajes. España Oculta, Rabarka o monte das 600 cruces: una peregrinación ortodoxa en Polonia, Lo festivo y lo sagrado, Cristina García Rodero, peregrinación a Santiago en Haití, Benicàssim: el Festival y Trastempo son los títulos de las siete obras publicadas que guardan de manera imborrable su legado fotográfico. 

LEGADO FOTOGRÁFICO

España Oculta

España Oculta es una obra de arte fotográfica. Se trata del primer trabajo que realizó Cristina García Rodero, gracias al cual consiguió abrirse paso en el ámbito de la fotografía. Además de ser el primero, este reportaje es probablemente el más conocido y comentado de la artista de Puerto Llano para el que dedicó 15 años de su vida. Se considera como un viaje en blanco y negro a los festejos de “un país que salía de 40 años de oscuridad y que cambiaba muy muy rápido para bien”

Este meticuloso trabajo fue reconocido con el Book of the Year Award, otorgado por la Arles Festival of Photography cuando fue publicado en 1989, mismo año que se alzó con el prestigioso premio Eugene Smith de Fotografía Humanista. Conseguía así el merecido reconocimiento de uno de los padres del reportaje fotográfico como si de un anticipo de lo que sería su trayectoria se tratara. 

Desde el principio mostró una predilección por captar la espiritualidad de los seres humanos, sus creencias, fiestas y actividades en un marco popular tan rico como desconocido en la mayoría de ocasiones. Los pueblos de España le sirvieron como escenario para su creación, en la que refleja, por un lado, los elementos rituales de la fiesta con un tono enigmático, medio burlesco y medio terrorífico, y por otro, la pura expresión de la fe religiosa y el papel de los toros en las diversas celebraciones regionales españolas. 

Su trabajo nos hace reflexionar acerca de la evolución que el mundo rural ha experimentado durante los últimos tiempos mediante imágenes tan crudas que rozan la fantasía. El “meón” del carnaval, el page de la cruz y la niña de blanco en las puertas de un sombrío cementerio gris son imágenes de este reportaje que han pasado a la historia mundial de la fotografía.




Rituales en Haití

El trabajo más exótico de la fotógrafa es sin lugar a dudas Rituales en Haití, una colección de un centenar de fotografías tomadas entre 1997 y 2003. La espiritualidad del ser humano es de nuevo una de las constantes en la recopilación de García Rodero que, ante la falta de documentación acerca del tema, llevó a cabo una investigación en primera persona para conocer más acerca de esta primitiva sociedad.

“De repente me encontré en Haití, con ese pueblo que tanto ha sufrido. Me quedé muy impresionada con el vudú, la religión en la que se refugian, que el hombre blanco se ha ocupado de desprestigiar. Son un pueblo luchador y muy rico, pero también muy sufridor y muy artístico. Con ellos pude retratar mis obsesiones: las dualidades. Existe una porque existe otra: lo natural y lo sobrenatural; lo religioso y lo pagano; la vida y la muerte; el cuerpo y el alma. Y espero que esa impronta esté presente en mi obra”, desarrollaba García Rodero sobre esta obra en la que transcienden los límites de lo sociológico para adquirir tintes de una gran profundidad artística.



Con la boca abierta

Con la boca abierta es el último proyecto publicado por Cristina García Rodero. Se trata de un repertorio formado por 55 fotografías tomadas en los cinco continentes en su habitual blanco y negro, que recoge imágenes de 43 años de trayectoria con un solo hilo conductor: sus protagonistas aparecen siempre “con la boca abierta”. Desde procesiones religiosas en España hasta trances caribeños, pasando por nacimientos, muertes, o celebraciones del orgullo gay, García Rodero expone en esta muestra los trabajos inéditos de una vida de dedicación.

“Nunca me había fijado en la boca, siempre en los ojos, hasta que me di cuenta de que la boca era mucho más expresiva porque da salida y entrada a sentimientos, comidas, gritos, dolor, sensualidad…”, comentaba la autora en la presentación de su trabajo. Aunque todos los protagonistas tienen la misma expresión, ninguno parece transmitir lo mismo. 


CONCLUSIONES

El trabajo de Cristina García Rodero merece ser clasificado como una de las mejores carreras fotográficas de nuestro país. La dedicación y empeño quedan plasmados en cada proyecto de la autora, cuya fotografía manifiesta siempre un hondo interés por el comportamiento humano con un estilo poético de gran fuerza emocional. 

Su estilo guarda similitudes con el de algunas figuras míticas de la fotografía como Robert Capa, Cartier-Bresson o Sebastiao Salgado, pero mantiene siempre un sello personal que hace de sus instantáneas un legado personal que sin duda, dejará huella en las futuras generaciones de fotógrafos.

Aunque su trabajo no puede considerarse fotoperiodista como tal, debido principalmente al tiempo que dedicada a cada proyecto, García Rodero ha creado una inigualable biblioteca documental acerca de las costumbres del ser humano que de otra forma hubieran pasado desapercibidas y habrían desaparecido con el paso de los años. En sus desplazamientos por España y, especialmente por el resto del mundo, ha llevado a cabo un indudable trabajo periodístico al recabar datos de las distintas costumbres y tradiciones, y dejarlos plasmados en sus imágenes. 

El tiempo y los medios empleados en cada viaje, que a primera vista podrían calificarse de excesivos, parecen pocos cuando se observa el resultado final de su obra. Por esta razón, su ingreso en la Agencia Magnum, uno de los grandes hitos de su vida laboral, y cada uno de los premios obtenidos a lo largo de los años, se convierten en el modesto reconocimiento que el mundo de la fotografía podía dedicarle.

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