martes, 12 de abril de 2016

Reseña sobre un exposición: Julia Margaret Cameron en Mapfre

El legado de Julia Margaret Cameron (1815-1879) llega a Madrid con una amplia exposición formada por más de cien instantáneas de la fotógrafa inglesa, considerada como uno de los nombres más importantes e innovadores de la fotografía del siglo XIX. Organizada por el Victoria and Albert Museum de Londres en colaboración con la Fundación Mapfre, la muestra está comisariada por Marta Weiss, conservadora de fotografía del museo inglés, en conmemoración del bicentenario del nacimiento de la autora. 

Por supuesto, Fotogenic-as no podía perder la oportunidad de hablar sobre una de las mujeres pioneras y más reputadas de la historia de la fotografía. Desgraciadamente en la exposición no se permitía hacer fotos, de modo que en cada apartado se incluyen enlaces a la página de Mapfre para poder disfrutar de las imágenes. 

Entrada a la exposición de Julia Margaret Cameron

Reconocida por la intensidad de sus retratos, Cameron hizo posar ante el objetivo de su cámara a familiares, sirvientes y amigos, entre los que se incluían escritores, artistas y pensadores de la selecta alta sociedad británica. Amadas y odiadas a partes iguales, sus fotografías rompen con todas las reglas establecidas hasta el momento haciendo gala de técnicas poco convencionales que emplean imperfecciones como arañazos, manchas y desenfoques como muestra del proceso creativo, que no empañan sin embargo la belleza de sus composiciones.

“Aspiro a ennoblecer la Fotografía, a darle el tenor y los usos propios de las Bellas Artes combinando lo real y lo ideal, sin que la devoción por la poesía y la belleza sacrifique en nada la verdad.”

La exposición se abre con esta afirmación de la fotógrafa, que reivindica el género como un arte. Las aportaciones de Cameron fueron un soplo de aire fresco para el panorama artístico del momento, que no siempre supo comprender sus novedosos y arriesgados métodos. Además, su gusto por los retratos de corte artístico y su modo de suavizar la realidad, haciendo un tratamiento individualizado de cada obra, la convierten en uno de los grandes exponentes del Pictorialismo, la escuela fotográfica que asume los rasgos de la pintura y los traslada a la fotografía.

La muestra se encuentra dividida en cinco secciones que sitúan las fotografías según su temática a lo largo de dos habitaciones de aspecto sobrio. Con una luz tenue y colores oscuros en las paredes, las imágenes enmarcadas destacan en la sala captando toda la atención del espectador, que solo queda distraída durante el paso de una estancia a otra, separadas en dos pisos mediante una escalera que rompe con la atmósfera que la exposición consigue crear.

El apartado inicial se corresponde con la toma de contacto de la autora con la fotografía, con la que se topó de manera fortuita a los 48 años de edad cuando su hija y yerno le regalaron una cámara para luchar contra el tedio de su día a día en un pueblo llamado Freshwater, ubicado en la isla de Whire, lugar en el que se había asentado la familia en 1860. Rápidamente se vuelca en la fotografía con una energía y dedicación inagotables que le llevan a convertir su gallinero en un estudio fotográfico. La artista comenzó así una prolífera época que pronto vería su recompensa al ser expuestas varias de sus creaciones en el South Kensington Museum de Londres, actualmente conocido como Victoria and Albert Museum, apenas dos años después del comienzo de su aventura. 

Precisamente bajo el título de "Del primer éxito al South Kensington Museum" se agrupan los tres grandes temas iniciales que le acompañarían a lo largo de toda su vida y en los que introduciría de manera ágil su peculiar estilo: los retratos, las madonnas y las fantasías con efecto pictórico.

En sus retratos experimentaba con una iluminación intensa y composiciones de primeros planos, y tendía a colocar a los modelos que posaban para ella de perfil, como es el caso de Annie (1865), una fotografía que realizó solo un mes después de iniciarse en la fotografía y que considera su primer éxito. La imagen es nítida en el primer plano ocupado por la niña y está desenfocada en el fondo, dando muestra de su capacidad técnica. La mirada de la pequeña sale de la imagen, evitando mirar al espectador, como ocurre en la mayoría de sus obras. La iluminación que entra por la derecha remarca las suaves facciones de la niña y aporta una luz que se suma a la que aparece desde detrás, donde se encuentra el punto de fuga de la fotografía. Los ojos de la muchacha son el punto más importante de la instantánea, el centro informativo, y respeta perfectamente las reglas de la composición.

La muestra de las Madonnas son representaciones de la Virgen María y el Niño Jesús que ponen de manifiesto la ferviente religiosidad de Cameron. Madre de seis hijos y cristiana devota, la fotógrafa pretendía captar imágenes que elevaran el espíritu y fueran moralmente intachables como ocurre en La sombra de la cruz (1865) o Devotion (1863). Las fantasías con efecto pictórico, por su parte, tratan temas alegóricos y narrativos inspirados en el arte renacentista y el medievo, creando fotografías estéticamente muy similares a la pintura de la época, como Cupido y Psique (1865), que acarrearon numerosas críticas por los artistas del momento.

“Electrizar y sorprender” es el nombre de la segunda sección de la exposición que recoge la evolución de la artista cuando comienza a trabajar con primeros planos de bustos de gran tamaño y retratos de mayores dimensiones, menos precisos pero más penetrantes emocionalmente, con la intención de captar los sentimientos de los modelos y transmitírselos a quien lo observe. Con gran entusiasmo y poca modestia, la fotógrafa escribía cartas al director del South Kensington Museum buscando el reconocimiento que merecía su innovación.

“Le escribo para preguntarle si expondría unas copias de mi última serie de fotografías con las que pretendo electrizar y sorprender al mundo. Confío en que no sea una vana ilusión mía decir que ¡nunca se han hecho fotografías como esta y nunca serán superadas!”

En este apartado se incluye Julia Jackson (1869), obra maestra de Cameron que sirve como presentación de esta exposición. Se trata de su sobrina y ahijada Julia, a la cual retrata en numerosas ocasiones ya sea encarnando algún papel religioso o literario, o como ella misma.  La mirada penetrante de la joven atrapa al espectador, que difícilmente podrá apartar la vista de los ojos de la modelo. Destaca la luz fuerte sobre el lado derecho del rostro, que divide la imagen en dos mitades simétricas. El fondo oscuro y las ropas de la chica crean el efecto de que el busto flota en el aire, gracias al perfecto encuadre que sitúa a la joven en el centro de la fotografía en una pose que solía reservar para sus modelos masculinos.

Las palabras de Cameron en una carta al fundador del museo londinense dan nombre de nuevo a la tercera parte de la exposición. “Fortuna además de fama” representa una época de precariedad económica en la familia de artista en la que necesita obtener beneficios de su labor.

“Gracias a su generoso préstamo de esas dos salas es probable que consiga fortuna además de fama, pues una mujer con hijos que educar ¡no puede vivir solo de fama!"

Con el objetivo de añadirle valor a sus fotografías la artista comienza a autografiar alguna de sus obras en las que aparecen figuras destacadas de la época como Darwin o John Herschel intentando plasmar la grandeza del espíritu al mismo tiempo que las facciones del rostro.

John Frederick William Herschel (1867) es un retrato realista que no pierde el carácter alegórico de sus etapas anteriores. El matemático y astrónomo aparece iluminado directamente en el rostro, de manera que se acentúan los signos de la edad. La mirada, de nuevo ausente y saliendo del cuadro, es un elemento fundamental de la fotografía de Cameron, que invita a quien la observa a pensar en qué hay fuera del encuadre. El fondo y la ropa oscura le ceden el protagonismo a la cara y el pelo del hombre, con cierto aire de locura, que se sitúa ligeramente a la izquierda del centro de la fotografía. Una línea diagonal atraviesa el cuadro desde la esquina superior izquierda hasta la inferior derecha debido a la posición en la que se encuentran la nariz y el hombro del científico. La instantánea connota tristeza, ternura e incluso la admiración que Cameron sentía por el modelo.

El esfuerzo y la autocrítica consiguieron que la autora evolucionara durante toda su vida dejando algunas obras para la posteridad que en su momento llamaron la atención por sus supuestos fallos. “Sus errores eran sus éxitos” es la cuarta sección de esta recopilación fotográfica que incluye obras tan controvertidas como La mujer sunamita y su hijo muerto (1865), que despertaron la crítica de sus contemporáneos. Sin embargo, Cameron también tenía sus partidarios, quienes consideraban su aprendizaje e innovación como un avance de la fotografía.

La muestra termina con una pequeña selección de fotografías de autores coetáneos a Julia Margaret Cameron, entre los que se encuentran Geoffrey Bevington, John Murray o Lewis Carroll. De esta forma queda patente la novedad del trabajo de la artista, que contrasta notablemente con el estilo clásico de los demás fotógrafos. 

DESDE MI PUNTO DE VISTA... 


El conjunto de la exposición traslada a quien la visita a un ambiente de otra época gracias a los tonos sepias de las fotografías y su aspecto envejecido y descuidado. Sorprende descubrir que, ciento cincuenta años después de su primera exposición, las fotografías de Julia Margaret Cameron siguen despertando la curiosidad y el recelo de muchos espectadores, que no logran comprender las innovaciones que la artista planteaba. Los arañazos, manchas y desenfoques son fruto de una cuidada técnica aunque justo pudiera parecer lo contrario, y denotan el trabajo previo, sumándole años e historias a cada una de las instantáneas. El desenfoque, que en un primer momento puede parecer violento, termina por convertirse en agradable a la vista de los espectadores, que descubren nuevos matices en cada foto según avanza el recorrido.


La incorporación de otros artistas enriquece la exposición al permitir una rápida comparación entre dos formas muy diferentes de hacer fotografía. De esta forma, es imposible dudar del carácter pionero de Cameron en esa época, que consiguió convertir un pasatiempo propio de una mujer bien posicionada socialmente en un estilo diferenciado de novedoso arte.

FICHA DE LA EXPOSICIÓN 
Julia Margaret Cameron
Fotografía s. XIX, Inglaterra
¿Dónde?
C/Bárbara de Braganza 13, Madrid
Sala de exposiciones Mapfre
¿Cuándo?
Del 15 de marzo al 15 de mayo
Lunes 14:00 - 20:00; Martes - Sábado 10:00 - 20:00; Domingos y festivos  11:00 - 19:00
¿Cuánto?

Entrada 3€; Lunes gratis

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