"Mujer al volante, peligro constante". Geli ha escuchado esta frase hasta la saciedad desde que comenzó a trabajar como taxista en Madrid hace más de diez años. Cuando eligió esta profesión como medio de vida sabía que se enfrentaría a largas jornadas de trabajo, clientes problemáticos y conductores descuidados; pero nunca pensó que fuera a toparse con el machismo.
Mujer al volante... |
Tradicionalmente conducir ha sido cosa de hombres, no hace tantos años que las mujeres ni se planteaban sacarse el carnet y ¡mucho menos ganarse la vida conduciendo! Sin embargo algunas se atrevieron a pisar el acelerador, no solo en sentido literal, obviamente. Argelia Rábano, aunque todos la conocen como Geli, fue una de ellas. Se presentó al examen y aprobó a la primera, "así que no debía hacerlo tan mal", bromea.
Ahora cuenta con 30 años de experiencia al volante, 12 de ellos como taxista, y reconoce que la suya es una profesión muy masculinizada. "La mayoría de mis compañeros son hombres, pero no suele ser un problema porque todos nos llevamos bien". Nos cuenta cómo poco a poco ha entablado amistad con varias personas del mismo gremio, entre los que colaboran todo lo posible. "Normalmente no necesitas ayuda de nadie, pero está bien tener contactos por si hay alguna emergencia o algún problema... ¡Trabajando con el coche nunca se sabe lo que te puede pasar!".
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El problema, según nos explica Geli, no está tanto dentro de la profesión ("ojo, ¡que también!") como fuera. "Cuando estás todo el día en la calle te encuentras con gente muy diferente, y ya se sabe cómo somos todos con el coche, que nos creemos que conducimos muy bien, que el fallo siempre ha sido del otro, Y tener un fallo al volante siendo mujer, es motivo más que suficiente para que muchos individuos crean que pueden decirte cualquier barbaridad", relata casi como si le divirtiera la situación.
"Al final te acostumbras y cuando te gritan esas cosas miras hacia otro lado y sigues a lo tuyo", explica refiriéndose a los insultos machistas que reciben las taxistas mientras desempeñan su trabajo por el mero hecho de ser mujeres. Al fin y al cabo, qué otra cosa pueden hacer.
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